lunes, 4 de agosto de 2008

Ya estamos de vuelta de Avilés.

Después de unas catorce horas de ida y doce horas de vuelta, Garou ha vuelto a su lugar de origen para prepararse su próximo concierto, en Albendín, el sábado.

Bueno, voy a comenzar a narrar la historia.

El día 1 de agosto (viernes) nos subimos a eso de las diez de la noche en el autobús (34º aproximadamente). Entre cubata y tintillo y el típico ("Killo párate que me's toy meando"), las gélidas horas dentro del autobús fueron alargándose hasta casi las 4 de la noche, donde los cánticos de los silfos nocturnos con sus bellas y deliciosas voces parecidas a las de los castrati, amenizaron la velada.
La primera parada grande, es decir la llegada a Madrid, donde desembarcó gran parte de la peña, nos hizo presagiar que no estabamos en Andalucía, pues los 15º hizo que todos dijeran que la agradable temperatura nos llevaría en manga corta todo el día en Avilés.
La siguiente parte del viaje, prosiguió la fiesta: guitarras, timbales y demás instrumentos (léase palmas), hasta que el alcohol en las venas, empezó a evaporarse, y como plumas suspendidas en el aire, antes o después fueron cayendo en los brazos de MORFEO.
La llegada a Avilés, y las nubes en el horizonte, presagiaban lo que todos temíamos: allí hacía frio... pero no fue como esperábamos, pues como buenos andaluces, compartimos nuestro sol con las gentes del norte, y aquel día hizo una temperatura ideal.
Las siguiente horas son confusas para algunas personas, por lo menos solo recuerdo una orgía de sidra, tapas, y gritar como locos ante unos Avileses "Sorprendidos". (Joder todos nos preguntaban que si éramos Andaluces... ¿lo tenemos escrito en la frente o que?)
Ahora enserio.
Sobre las ocho de la tarde con ese cielo encapotado, más parecido a un día de otoño que a dos de agosto, Garou comenzó su espectáculo. Tuvimos que acortar un poco nuestras canciones, pero no nos importó. El momento estelar, por lo menos, lo que más sorprendió a la gente, fue cuando nuestros colegas de MANGOBICHE, a los que agradecemos que estuvieran con nosotros, tocaron un trozo de la canción LA VOZ DEL SILENCIO. Colorido, ritmo y finalmente Metal-Batuka, sonaron como nunca.
Después de tocar el concierto, comenzó la fiesta por las calles de Avilés. La buena temperatura 21º (la gente de allí decía que era caló... no sabén lo que es una buena noche de verano de puro caló), permitió que recorrieramos las calles hasta altas horas de la noche.
Finalmente, la vuelta se hizo más rápida, pues el cansancio se hizo con la peña, y parte del camino se hizo con todos durmiendo.

Un saludo a todos lo que vinieron con nosotros a Avilés, y esperamos darles una buena sorpresa dentro de poco.